El famoso “niño ángel” que guió el rescate del accidente aéreo del Chapecoence apareció.Finalmente, luego de tres días, se conoció la identidad de quien ayudó a los primeros rescatistas en los momentos clave del salvamiento de los sobrevivientes.
En el cerro Gordo, en La Unión, Johan Alexis Ramírez fue un héroe. Anónimo hasta ahora. Johan tiene 15 años, pero aparenta menos. Su cara aniñada simula su preadolescencia y su ímpetu al momento de la ayuda, mucho más:parecía un adulto experimentado y con temple decidida, reseñó Infobae.
Eran las 9:54 pm cuando el estruendo lo sobresaltó. Estaba semidormido, ya en su cama, cuando sucedió el impacto del avión de LAMIA. Escucharon por televisión qué había sido lo que ocurrió y decidieron caminar. Eran cuatro minutos de caminata desde su humilde rancho hasta el lugar del siniestro.
A los pocos metros ya escuchaban los gritos. Había algunos pocos rescatistas y bomberos. “Gritaban que a un lado había uno, que allí estaba el otro. Comenzaron a sacar a los heridos, pero estaban abriendo trocha hacia el morro y así era muy demorado, así que les dijimos que había un camino más fácil y rápido”, recuerda Johan al hablar con el diario El Colombiano, de Medellín, el medio que halló al pequeño.
Conocedor como pocos de esas montañas de Antioquia, Johan y su padre comenzaron a ser los guías de los socorristas. Entre tomates, frijoles y arvejas, fue así como sacaron primero a Alan Ruschel, uno de los futbolistas del Chapecoense que pudo salvarse.
“Ya estaban saliendo con él y le dije a un bombero, que era como uno de los jefes, que yo conocía el camino”, relató el niño. “Los acompañé y me vine corriendo donde estaban los policías para decirles que teníamos uno de los heridos en la carretera. Ya había un viaje de carros que habían llegado al lugar”, añadió el jovencito. Luego, ayudaría en el salvataje del arquero Jackson Follmann, cuyo estado es crítico.
Johan recordó uno de los momentos más duros que vivió durante esa cruda noche de gritos, gemidos y desazón. “Cuando iba subiendo para ayudar a otro, mi papá venía bajando con otro grupo. Hubo uno al que cargamos unos diez o quince metros, pero murió, no alcanzó a llegar a la carretera”.
Su ayuda, de vital importancia, fue interrumpida en las primeras horas de la madrugada, cuando un oficial lo frenó y lo acusó de estar allí para robar: “Subíamos por más heridos cuando cerca de las 2, un policía nos sacó mal sacados, nos dijo que nos fuéramos, que quién sabe con qué intenciones habíamos ido. Un bombero discutió con él y le dijo que estábamos colaborando. Para evitar problemas volvimos al cambuche donde pasamos la noche”.
Johan expresó sus sensaciones por el momento que vivió y que jamás olvidará: “Estaba muy cansado, pero no pude dormir. Sin embargo me dio mucha satisfacción ayudar a salvar vidas y nunca lo hice para ir a buscar objetos materiales”.
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